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INTRODUCCIÓN

A veces nuestra forma de ser acaba por alejar a las personas que queremos. Es que estamos constantemente rodeados de estrés y obligaciones. Pero existe un refugio: el Yo Interior, que es un lugar de paz y tranquilidad, y que puede proporcionarnos el consuelo y conocimiento que necesitamos.

Desafortunadamente, somos educados con una visión muy materialista del mundo. Queremos ser importantes y vivir nuestros más firmes deseos. La mayoría nos envanecemos en nuestro orgullo, vivimos sin fe y sin ilusión.

Felizmente, mientras somos protagonistas del drama diario de vivir, también tenemos pensamientos formativos e ideales radiantes de pureza, que nos permiten expandir nuestra comprensión del universo. Esto ocurre  cuando estamos en contacto con nuestro Yo Interior.

¿Qué es el Yo Interior?

Cada uno de nosotros tenemos un Yo interior propio y singular. Es el cuerpo que no se puede ver pero que se expresa en nosotros en la forma que nos comportamos o hacemos las cosas. No es un concepto abstracto, es la parte de nosotros mismos, que es plenamente consciente de quiénes somos y de lo que vinimos a hacer. Es esa vocecita interior que nos advierte de que tenemos que efectuar unos cambios en nuestra forma de vida, para ser mejores.

Diferencia entre Ego y Yo Interior

¿Han oído decir por ejemplo: “Cómo nos duele cuando nos tocan el Ego, ¡cómo se atreven a corregirnos, a criticarnos!”? No es malo tener autoestima. Lo malo viene cuando nuestra autoestima viene a ser superior al sentido común. Nos sentimos superiores a los demás. Eso es el  Ego, que también nos hace tener miedo al ridículo y nos convierte en hipócritas.

El Ego nos hace dar demasiada importancia al “yo tengo”. Nos hace acumular riquezas materiales de manera insensata. Pero el “Yo Interior”, nuestro VERDADERO “Yo”, es más importante.

Cuando vivimos en la vida material, nuestro punto interior de referencia es el Ego. Pero el Ego no somos nosotros en realidad, es una máscara social, el papel que representamos. El Ego se nutre de la aprobación de los demás, necesita controlar y obtener poder, pues vive en el miedo.
Es difícil estar siempre en nuestro “Yo Interior”, porque el Ego ya se ocupa de esconderlo, aunque sí es cierto que muchas veces lo intuimos.
El Yo Interior está más relacionado con el amor, que es un estado especial de energía que existe en personas muy evolucionadas. Es un amor incondicional.

Nuestro yo VERDADERO, es decir nuestro Yo interior, está completamente libre, es inmune a las criticas, no teme a ningún desafío y no se siente inferior a nadie. Pero al mismo tiempo es humilde, y no se siente superior a nadie, como si todos fuéramos el mismo Yo, el mismo Espíritu.

¿Cuál es la importancia del Yo Interior?

  • Despierta la consciencia individual
  • Permite desarrollar las virtudes mediante el conocimiento honesto del comportamiento. Empezamos aceptando lo que somos y de ahí, empezamos una evolución hacia la perfección.
  • Es allí donde deberíamos buscar y hallar la felicidad terrenal. La felicidad es algo interior en nosotros. Sólo así podremos compartir amor verdadero y felicidad real con las demás personas.
  • Nos permite tener paz interior y acceso a sentimientos de seguridad. Podemos obtener ventajas incalculables y sensación de seguridad.

¿Es difícil contactarnos con Nuestro Yo Interior?

Mientras estemos agitados no podemos ver el rostro de nuestro Yo Interior. Cuando lo logramos, encontraremos aquella realidad que nos llevará al equilibrio interior, el equilibrio con nosotros mismos. Para contactarnos con nuestro Yo Interior tenemos que:

  • Analizar en forma honesta todos y cada uno de nuestros movimientos corporales para entender lo que expresan al mundo. Entender los motivos de nuestros gestos faciales y la mirada, que acompañan a las acciones, que son  una proyección de nuestra verdadera forma de ser.
  • Aceptar que nuestro comportamiento es consecuencia de la transmisión de las inseguridades, frustraciones, ambiciones y envidias, entre otros.
  • Vernos en términos fríos, sin alabanzas, para alcanzar una mejor visión de nosotros mismos tanto en capacidades como en limitaciones en la actividad cotidiana.
  • Romper y/o perfeccionar esos patrones de conducta que limitan la manifestación de la virtud personal. Por ejemplo la ambición insensata de bienes materiales.
  • Ser pacientes, sosegados, vivir la paz interior.

Conclusión

Hay dos “gemelos” que pelean dentro de nosotros: Nuestro Yo interior y nuestro Ego. Para encontrar nuestro Yo Interior y volverlo un habitante permanente, tenemos que hallar momentos de tranquilidad, soledad y meditación tratando en todo momento de ser conscientes de lo que hacemos y decimos.  Veamos la vida como una oportunidad para ser cada día mejores. Aprovechemos al máximo nuestro tiempo en cosas que realmente valen la pena. Detengámonos a pensar en las verdaderas razones de nuestra conducta. Poco a poco virtudes positivas formarán parte de nuestro ser y podremos amar y ser realmente felices. Recordemos que la riqueza no siempre trae la felicidad.